martes, 24 de junio de 2014
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA DEPRESIÓN La depresión es una cuestión de total actualidad, un efecto de la época, de la cultura imperante, un nombre que se la ha dado a un trastorno que designa síntomas como fatiga, insomnio, tristeza, etc. y que la sola administración de fármacos no es suficiente para su tratamiento. La depresión neurótica es como un velo que cae sobre los sujetos, que permanecen ciegos en relación a los que les sucede, a sus verdaderos problemas, o bien no quieren saber nada de ellos. Prefieren creer en soluciones rápidas y/o milagrosas. Recurren a médicos que acallan lo que sucede y solo se quedan con la queja y en la descripción del malestar conocido sin poder poner remedio porque no encuentran el lugar donde deben ponerlo, porque le huyen a lo desconocido. ¿Por qué hay tantas consultas por depresión? La depresión es la gran enfermedad del siglo XX y del siglo XXI:Si bien el término depresión ha existido desde siempre, es recién en el siglo XX cuando toma una significación vinculada a lo psíquico. Las personas se mueven más en la dimensión de la exigencia que en la del deseo. El consumo actualmente excede las cosas materiales y se transforma en consumo de confort psíquico, salud . bienestar y estética (promesas ilusorias absorbida en forma de mandatos varios que bien se pueden ver en anuncios televisivos :Mensajes que prometen confort y felicidad… compre tal o cual cosa, que lo hará feliz o le devolvemos el dinero). Es decir que la exigencia incluye el bienestar emocional y la salud física. Es decir que el sujeto de nuestra época se encuentra atiborrado por el consumo de objetos y sepultado por los ideales que han devenido mandatos. El hiperconsumo de objetos (entre ellos, los fármacos en general y los antidepresivos en particular) no le procura el bienestar. Cuanto mayor es el consumo y la exigencia correspondiente de bienestar, más lejos se encuentran las personas de conseguirlo. Jacques Lacan sitúa la depresión en el registro de la COBARDÏA MORAL y la relaciona con el deber del bien-decir o de reconocerse en el inconsciente. En principio, se trata de una dimensión ética que debemos situar en el registro de la verdad subjetiva; no en el registro de una dimensión psicológica que permitiría acceder a una especie de adaptación a una "felicidad no responsable". La cobardía moral es no poder sostener el deseo, no poder anudar el deseo con su causa, no conducir la propia vida en el sentido en que uno quiere (sino por mandatos), no poder hacerse responsable de los propios actos. Aunque sostener el deseo no sea fácil (es más fácil entregarse al goce), la renuncia al deseo comporta un afecto depresivo, porque dicha renuncia se experimenta subjetivamente como culpa. El afecto depresivo surge cuando el sujeto no consigue hacerse amar por el propio ideal (Ideal del yo), puesto en el otro. El ser parlante que se caracteriza como un sujeto de deseo, por estructura tiene dificultad para hacerse cargo de su propio deseo. En el lugar de esta dificultad aparecen los síntomas. Este es el mapa de la neurosis. La época duplica esta dificultad propia del sujeto para hacerse con el deseo porque ofrece objetos que le brindan una satisfacción por fuera del deseo e invita a desconocer la relación con el deseo y el trabajo subjetivo que supone vincularlo a su causa perdida. El sujeto permanece abocado al goce, sin saberlo, pero experimenta malestar porque el superyó siempre pide más, este malestar se expresa en la queja por la supuesta responsabilidad del otro en sus padecimientos. Como el sujeto no puede hacerse responsable de sus actos, exige esta responsabilidad al otro (al partenaire, al médico, al Estado), exige una solución que sólo podría encontrar él mismo. J. Lacan plantea que los afectos engañan porque van a la deriva, que el único afecto que no engaña es la angustia (porque muestra la confrontación del sujeto con el deseo del Otro). El afecto depresivo no se puede resolver si no se pone "en causa". La depresión puede estar vinculada a una pérdida cuyo duelo no se termina de realizar. El sujeto, en lugar de admitir la pérdida del objeto y lo más propio que el objeto arrastró consigo, se ahoga en un estado depresivo que no lo confronta con lo que resulta insoportable asumir: la pérdida del objeto y la falta que queda de su lado. En este sentido la época ofrece el fármaco que brinda una "indiferencia narcótica" Frente a la dificultad para sostener el deseo, más allá de la pérdida de aquello que lo sostenía, el sujeto contemporáneo encuentra, paradójicamente, un refugio en la depresión. Encuentra un nombre que le permite identificarse y le da un lugar "soy depresivo" y, a la vez, lo fija a un malestar del cual goza sin poder saber nada. Cuál es la apuesta de un análisis? A que la persona que consulta puede tomar la palabra y pensar en relación a su historia, y lograr un cambio en su posición Introducir al sujeto en la dimensión de la palabra, darle un lugar donde reescribir su historia, donde pensar sus ideales, sus miedos, sus tristezas, sus afectos y su responsabilidad en relación a los acontecimientos que ha protagonizado y donde poder, en última instancia, recuperar algo de su dignidad humana (en contra de su "cosificación"). Cuando el sujeto puede pasar de la queja inicial a la interrogación en relación a lo que le sucede y queda de su lado en cuanto a lo que le toca vivir y a la conexión que eso tiene con su propia historia, la vivencia subjetiva cambia. El afecto depresivo comienza a diluirse y en su lugar aparecen otras cosas, más verdaderas: preguntas, dudas,, rabia. Una interrogación sobre la vida y el malestar en el que el sujeto buscará otros nombres, otras implicaciones que es, en definitiva, lo único que puede permitir una rectificación subjetiva, un cambio.
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