Te escribí con pasión porque quería hacerte sentir deseado y nada me causaba más placer, que imaginar tu rostro, preso de la euforia que produce contener las ansias de tener a alguien entre los brazos.
Te escribí con ternura porque no podía evitar que escapara de mí, la dulzura desbordada que nunca logré dosificar y que me hacía parecer más cursi de lo acostumbrado.
Te escribí con amor, porque necesitaba decirlo, gritarlo, de una forma hasta exagerada y absurda, pues caminaba entre las nubes en medio de un sentimiento que apenas empezaba a descubrir y me cegaban las ganas inmensas de abrazarte y decirte "te amo"
Luego, cuando supe tu verdad, cuando la imagen del hombre fuerte, tierno y sutil se desmoronó como una galleta entre mis dedos; escribí con dolor, como si hubieras muerto y me sangraron los dedos, los ojos, el alma, y los sueños, me sangró el amor.
Escribí también con ira cuando te supe mentiroso, sátiro, estúpido y acomplejado, escupí mis textos con tu nombre y escribí con asco, limpié mi boca de ti, la vida, la psiquis, los insomnios, las fotos.
Y aún te escribía con reproche, con angustia, con desdén, con melancolía, mucha melancolía. No ha sido suficiente, aún falta escribirte de una forma especial y sincera: con agradecimiento, si, así como lees... te agradezco el haber puesto todo de cabeza, me mostraste que no tenía la vida de muñeca que creía tener.
Agradezco que me hayas mentido, me mostraste que no todo el mundo es honesto y que se debe tener los ojos bien abiertos.
Agradezco que me hayas rechazado, aprendí que no soy una niña pequeña en el cuerpo de una mujer grande, y que no puedo insistir en el amor, pues el amor no se merece, se construye. Agradezco todas esas veces esperando que contestes, que llames, que vengas, que me devuelvas los "te quieros" pues descubrí lo miserable que era esperando migajas, y así desde lo profundo del desamor, aprendí a quererme de forma real, como solo uno mismo puede hacerlo. Pero sobre todo te agradezco, por haberte ido y haberme dejado rota, pues solo rota se puede iniciar desde el principio, cuando ya no queda nada.
Ojalá llegue a tu vida quien te ame igual que tú, que tenga tus mismos sueños, que su forma de pensar se complemente con la tuya, que abrace como tú, que tenga el ego así de inflamado. En conclusión alguien que sea tu reflejo, que te recuerde todos los días quien en realidad eres, alguien igual que tú, pues no mereces menos.
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